La Xunta desblinda a funcionarios que hayan sido cargos de confianza

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XABIER R. BLANCO | 12/11/2010 (xornal.com)

La Dirección Xeral de Función Pública ha decidido desblindar a los funcionarios que han ocupado un puesto de libre designación (LD). En la actualidad, todavía están sin plaza fija 30 funcionarios de la época de Manuel Fraga en San Caetano y 21 del Gobierno bipartito. En algunos casos –algunas veces por revanchismo político y otras por acomodamiento– estos trabajadores de la Administración autonómica realizan tareas sin grandes fatigas ni preocupaciones , pero su salario es el mismo que cuando apechugaban con la responsabilidad de una subdirección xeral.

José María Barreiro, director xeral de Función Pública, pretende que esa situación no vuelva a suceder y que el funcionario que haya sido destituido, bien porque ha perdido la confianza de su superior, bien por un cambio de Gobierno, participe en el concurso de traslados –habrá uno al año– para que todo el mundo tenga que “dar el callo según sus capacidades y no haya posibilidad de escaqueo”.

PUESTO A DEDO

El comentario de un empleado público tiene más miga que el tópico del funcionario vaguete. Subdirecciones generales, jefaturas de servicio, secretarías... son puestos de la carrera administrativa. Estos cargos son de libre designación o dados a dedo por los conselleiros y por los secretarios xerais debido a que se trata de tareas con una gran responsabilidad. “Pero como un dedo te pone –aunque haya una convocatoria pública en el DOG– otro te puede quitar”.

Y cuando eso ocurre, el funcionario que, por ejemplo, ha llegado a la subdirección xeral y ha conseguido consolidar los emolumentos que percibe, puede decidir que ya ha trabajado demasiado y que por el mismo salario prefiere pasar las mañanas sabaneando periódicos en vez de acometer las tareas para las que está cualificado. Hasta ahora, los funcionarios que habían pasado por un cargo de libre designación tienen la obligación de presentarse a una plaza en cada concurso de traslados. “Pero si es listo y no quiere moverse, solo tiene que presentarse a un puesto que sabe que no va a conseguir. Hace el paripé, sigue en el mismo sitio y pasa de asumir responsabilidades”, afirma un funcionario veterano.

Para que esto no ocurra, la Dirección Xeral de la Función Pública presentará en la Lei de Medidas Tributarias e Administrativas –más conocida por lei de Acompañamento dos Orzamentos– un artículo por el cual se obliga a los funcionarios a concursar en todas las plazas disponibles, con lo cual la picaresca queda desterrada. “El funcionario que no solicite plaza pasaría a una situación de excedencia”, confirmaron a Xornal fuentes de la Dirección Xeral de Función Pública.

La lei de Acompañamento será aprobada a finales de diciembre por lo que los 51 funcionarios que han ocupado cargos de libre designación y continúan sin plaza tendrán que presentarse al próximo concurso de traslados, previsto para el año que viene, según anunció José María Barreiro en rueda de prensa el pasado miércoles. Funtes de Función Pública aseguraron a Xornal que lo que se pretende es “desblindar a estos funcionarios para que en caso de que llegue otro Gobierno no se encuentre con situaciones parecidas y que han ocurrido tanto en la época de Fraga como en la del Gobierno bipartito”.

También pude darse el caso de que un funcionario que haya ocupado un puesto LD y se haya significado políticamente, con un cambio de Gobierno los nuevos jefes decidan ponerle en remojo sin que encoja su salario. “Celebrando un concurso de traslados hay más posibilidades de acabar con ese mobbing encubierto que puede desgastar psicológicamente a un trabajador que quier ser útil”, afirma en la consellería.

Durante la época del bipartito se pretendió que esos puestos fuesen dados por concurso en vez de a dedo. El actual Gobierno dio marcha atrás y volvió a elegir la libre designación.

Fuentes sindicales consultadas por este periódico se mostraron partidarios de esta decisión porque garantiza la efectividad del trabajo. “Imagínate que gano una plaza de jefe de servicio. Como la tengo en propiedad, un día decido rascarme la barriga y con mi actitud puedo paralizar una subdirección xeral, incluso la consellería. En cambio, si es un puesto de libre designación, sé que mi cargo está tambaleándose y que me tengo que esforzar para que no me echen porque cuando alguien acepta un puesto así va para consolidar el salario porque pierde la plaza que tenía en propiedad. De verdad, un jefe de servicio que bloquee una subdireción bloquea la dirección general”.