La smartificación urgente y real de la Administración pública

Fuente: 
elblogdeespublico

Por smartificar de entiende el uso global, intensivo y sostenible de las tecnologías de la información bajo el principio de servicio para la mejora de calidad de los ciudadanos (Universidad de Alicante, 2016). Esta definición es correcta, pero a mi entender excesivamente genérica y requiere de algunos matices.

Primero, enfocar solo a las tecnologías de la información a la mejora de la calidad de los servicios puede contribuir a cristalizar un error del pasado con la renovación tecnológica. Durante la última década, las administraciones públicas han invertido de manera acertada en tecnología para lograr proveer servicios públicos e información a los ciudadanos de manera mucho más amigable (webs institucionales, webs de transparencia, trámites on line, etc.). Pero, en cambio, no han aprovechado la revolución tecnológica para renovar sus sistemas internos de gestión.

Se trata de una gran paradoja: modernizamos el front office pero el back office sigue operando de manera arcaica exactamente igual que durante el siglo pasado. ¿Cómo es posible renovar solo la sala de mesas a los comensales de un restaurante si la concina sigue funcionando de manera tradicional? Las empresas punteras después de su inmersión en la tecnología trabajan y se organizan de manera totalmente distinta. La Administración pública trabaja y se organiza exactamente igual, pero eso sí: con sistemas modernos de interacción con la ciudadanía y, como mucho, reduciendo una parte de la papelería al formato digital.

Esta realidad es muy preocupante y puede condicionar negativamente la implantación de la smartificación en el presente y en el futuro. Smartificación de la Administración pública implica actualmente la utilización del big data con tres objetivos básicos: a) mejorar la calidad de los servicios a los ciudadanos; b) mejorar la inteligencia institucional para incrementar la capacidad en la toma de decisiones, de control y evaluación de las políticas públicas; c) Mejorar la inteligencia institucional para lograr mayor capacidad para ejercer el papel de dirección de las complejas redes de gobernanza públicas-públicas (administración nuclear versus administración instrumental: organismos autónomos, empresas públicas, consorcios y fundaciones) y públicas-privadas (colaboración con organizaciones privadas con o sin ánimo de lucro).

Solemos atender solo el primer objetivo cuando los otros dos son mucho más relevantes y permiten, además, maximizar una mejor y renovada atención al ciudadano. Es ya una tradición en la implantación de la tecnología en la Administración pública ubicar el carro delante de los caballos. Por tanto, a mi entender por smartificación de la Administración pública deberíamos proponer la siguiente definición “proceso para lograr mayor inteligencia institucional para gobernar las complejas redes públicas y privadas con el objetivo final de aportar valor público a las actividades administrativas y atender de manera proactiva las necesidades de la ciudadanía”.

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